Hey! Teachers! Leave them kids alone

En todos los ámbitos de la vida y de trabajo hay gente que labora con lo justo y necesario incluso con menos de ello. Creo que es parte de la mentalidad que tenemos como chilenos, parte de la idiosincrasia nacional. Lo cual tiene que ver con nuestra creación.
Entonces, es casi aceptable y justificable, tampoco hay que pedirle peras al olmo. Sin embargo en donde no se debería admitir jamás la mediocridad, es en los colegios, y sobretodo en la labor de profesores y directivos de las unidades educativas.

Cuando una muchacha con vocación y gusto egresa ilusionada de pedagogía, y sale al ámbito laboral, de partida se encuentra con que creen sus pares y jefes que “un curso grande se la come” de partida, la preenjuician porque tiene cara de niñita.
De partida, creen que si ellos son mediocres, las que vienen lo son aún más.

Hoy me siento desilusionada del ambiente laboral que se gesta en una unidad educativa, cómo podremos hacer mejores personas, como tienen cara de educar o decir que educan en valores, como tienen cara de recitar un discurso falso frente a los apoderados. Discurso que se centra en valores, cuando lo que más se hace se les roba parte de sus oportunidades de tener derecho a una educación de calidad. Porque se está mas preocupado de que no se paren en horas de clases, que de que aprendan significativamente. Porque se está más preocupado de condicionarlos que de crearles su pensamiento crítico.

Hoy estoy desencantada porque quienes deberían dar el ejemplo en cuanto a lealtad y honestidad, nos fallan a cada rato, y nos admiramos de la juventud, si ellos son lo que nosotros los adultos creamos con nuestras fallas, con nuestras faltas de lealtades, con nuestro mediocre ejercicio de pedagogía.

Siempre en mi periodo en la universidad, nos decían, cuidado cuando salgan, el sistema las corrompe, no es que nos corrompa, es que nos hostiga, el sistema, nos apabulla, y no nos quiere dejar trabajar, porque no quieren a personas cultas, no quieren que los niños sean cuestionadotes, pensadores y críticos. Y las personas idealistas que aún sueñan o soñamos cambiar el mundo, no podemos trabajar tranquilos, sin que antes alguien nos esté llamando la atención, o estén en nombradas en conventillos de pasillo, porque usa o no usa traje de dos piezas.
Hoy estoy desencantada es el colmo, y me da vergüenza tener colegas como los que tengo (perdonando varias excepciones)